La casa de Vertientes fue un encargo particular, cuyo resultado consistió en, por un lado, la respuesta programática y formal a las necesidades y requerimientos del comitente; y por el otro, una experiencia colectiva de cómo ir mando y viviendo el proyecto: que se extiende y pasa de ser una expresión o idea personal a ser una idea a nivel grupal; es también un ensayo que propone una nueva relación acerca de qué tipo de experiencia uno puede tener como arquitecto y como cliente.

Los requerimientos iniciales eran una casa para que su usuario pueda quedarse cuando esté en Argentina -vive la mayor parte del año fuera del país- y con la idea de instalarse cada vez más hasta convertirla en su vivienda permanente y base para los posibles futuros movimientos. Habituado a vivir solo, la propuesta tenía que dar respuesta a sus hábitos. Un programa sin mayores: un solo dormitorio, una zona de living y una cocina integrada a éste con espacio suficiente para cocinar, comer, trabajar; y una galería que pueda funcionar con independencia del resto de la casa. Así, desde el programa, fue tomando forma una casa que sin ser un loft se comporte como tal. Pero permitiendo tener privacidad y áreas de uso independientes.