El establecimiento ubicado al sur de la ciudad capital funcionaba únicamente como salón de eventos. La propuesta de remodelación para el nuevo Zambra comprendió, como eje central, un restaurante gourmet, y, que, a su vez, se vea complementado por otros espacios: un salón de eventos privado, una pista de baile y un parque.

Morfológicamente es una arquitectura de fachada de mampostería compacta, pintada de color azul petróleo, con los tres niveles clásicos de desarrollo (basamento: de zócalo cementicio, desarrollo: de cuerpo liso y coronamiento: con frisos geométricos y molduras). El peso visual central es en la cartelería, que se formó con dos niveles de elementos corpóreos. El primero, una serie de lóbulos metálicos y microperforados adosados al muro y el segundo, el nombre del lugar; todo bañado en color dorado sobre dorado y con iluminación retro led.

El edificio cuenta con dos accesos, uno principal (directo al restaurant) y uno secundario e independiente (directo al salón de eventos privados). Las puertas (de diseño) son pivot con herrajes curvos.

En el ingreso, se ubican la boletería, el guardarropa y la oficina privada, para luego acceder a través de un telón, a la recepción formal del restaurante, que cuenta, además, con sala de espera.

En la nave central, se desarrolla el restaurante, en la nave izquierda, una sala premium, la barra principal, la cava y los núcleos sanitarios, en la nave derecha, la expansión del restaurante hacia un sector de parque con un domo de herrería y la pista de baile como ampliación anexa. Todos los servicios se ubican por fuera del salón, también con entrada independiente. La conexión entre la cocina y el restaurante se realiza por un paso al lateral de la barra principal.