La vivienda se ubica dentro del paisaje montañoso de los Valles Calchaquíes. El terreno presenta una pendiente suave y vistas privilegiadas, lo que permitió un diseño que se integra visual y ambientalmente al entorno. El proyecto fue concebido como una casa de uso ocasional para fines de semana, priorizando el contacto con la naturaleza, el confort térmico y la baja demanda energética. Se parte de un enfoque de bioarquitectura, utilizando materiales regionales y técnicas constructivas vernáculas y sustentables, con un lenguaje arquitectónico que respeta la identidad del lugar. 

La vivienda se desarrolla en una sola planta, con una distribución funcional y abierta. El área social incluye cocina, comedor y estar integrados, con acceso a una galería exterior orientada al norte, que ofrece protección solar y vistas al paisaje. Los dormitorios se ubican en una zona más reservada, con ventilación cruzada y mejor resguardados de al intemperie. Los baños cuentan con iluminación natural y buena ventilación. Se utilizan materiales locales como piedra, adobe y madera. Los muros de adobe ofrecen inercia térmica, mientras que los techos inclinados con estructura de madera y cubiertas metálicas aseguran durabilidad. Los revoques y terminaciones son naturales, utilizando mezclas de tierra, cal y pinturas minerales.

La casa incorpora principios de arquitectura pasiva: orientación solar adecuada, aislamiento natural, y ventilación cruzada. Se prevé la instalación de termotanques solares, luminarias LED y la recolección de aguas pluviales para riego. También se contempla el uso de biodigestores o baños secos, reduciendo el impacto ambiental.