El cartel de Salvic, negocio de artículos deportivos de Salvador Liberti y Víctor Cohen, fabricado por la empresa tucumana Vidriolux de Eros Ariel Rosatto en 1966, fue inspirado en la figura de Omar Sívori, emblemático futbolista de la selección argentina.

Permanece en la memoria colectiva de los adultos como símbolo del desarrollo provincial y del pop art de la segunda mitad del siglo XX, por atributos visibles como la originalidad de diseño, las luces de neón y el movimiento obtenido por los intermitentes electrónicos.

Desde 2019 se gestaron iniciativas controversiales con relativa trascendencia para averiguar el paradero del objeto y restituirlo en su localización, en contraposición a la normativa de 2011 que prohibió los carteles transversales a la línea municipal en el Paseo de la Independencia.

En una cuadra caracterizada por su gran armonía arquitectónica,el cartel siempre fue una imagen discordante que contaminaba visual y lumínicamente el paisaje urbano, manifestando su presencia “a los gritos”, avasallando a las imágenes de otras capas históricas de la cuadra.

Es discutible su importancia como factor de identidad, sobreestimada por su centralidad y un histrionismo formal disonante con respecto a la buena arquitectura que enmarca el principal espacio público provincial.