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enero 7, 2025EL SECTOR INMOBILIARIO Y LA CONSTRUCCIÓN EN LA ARGENTINA: entre la expectativa y la realidad
Diciembre 2024
Nobleza obliga, es imposible dedicarnos a las finanzas sin hacer referencia al tremendo rally financiero que atraviesa Argentina. En este contexto, el sector inmobiliario y de la construcción han capturado el entusiasmo del mercado de capitales, registrando SUBAS NOTABLES en sus acciones, de entre el 41% y el 55% en apenas cuatro meses. Este comportamiento refleja la expectativa de una recuperación hacia 2025, anclada en varios factores clave: la perspectiva de tasas de interés en descenso, una mayor estabilidad macroeconómica, el efecto riqueza generado por las subas bursátiles, y la posible reactivación del crédito hipotecario. Sin embargo, cuando observamos los indicadores reales, el panorama no es tan alentador, y las bases estructurales del sector aún enfrentan importantes desafíos.
El comportamiento de los mercados financieros suele anticiparse a los cambios en la economía real, como se ha visto en otras experiencias internacionales. Por ejemplo, en Estados Unidos, durante la crisis inmobiliaria de 2008, las acciones vinculadas al sector comenzaron a recuperar terreno a mediados de 2009, meses antes de que los precios de las viviendas tocaran piso y la actividad comenzara a repuntar. En Argentina, la confianza que los inversores están depositando en el sector está adelantada a un escenario de mejora que aún no se materializa en las cifras concretas. En octubre, tanto los despachos de cemento como el índice de actividad de la construcción (ISAC) mostraron RETROSOS SIGNIFICATIVOS, lo que evidencia un desacople entre la percepción de los mercados y la realidad económica. Además, las lluvias estacionales que se avecinan presentan un desafío adicional para el sector, dificultando el avance de obras en los próximos meses.
A esto se suma el deterioro en los salarios reales, que, lueo de un REBOTE PROMETEDOR, parecen estancarse en niveles de noviembre de 2023. Este factor es crítico, ya que el poder adquisitivo es un determinante central de la demanda de viviendas, especialmente en un país donde el acceso al crédito hipotecario sigue siendo extremadamente limitado. Las condiciones para acceder a financiamiento, marcadas por elevadas tasas de interés reales y requisitos estrictos, están muy lejos de los estándares internacionales. En países como Chile o Brasil, el acceso al crédito hipotecario ha sido históricamente un motor clave para la expansión del sector inmobiliario, gracias a políticas de financiamiento accesible y tasas de interés relativamente bajas. La ausencia de estas condiciones en Argentina plantea un DESADIO ESTRUCTURAL que no puede resolverse únicamente con ajustes de mercado.
Antes de proseguir, es importante saber de dónde venimos. Durante el 2023, caracterizado por alta nominalidad y expectativas de hiperinflación, el CONSUMO SE DISPARÓ, aunque no por las razones correctas, sino como un refugio frente a la pérdida de valor del dinero. Las crisis en estos contextos pasan desapercibidas hasta que estallan. Los bienes durables (Son aquellos bienes de consumo que tienen una vida útil prolongada, generalmente superior a tres años, y no se agotan con un uso inmediato: Autos, motos, heladeras, muebles, viviendas, maquinarias, herramientas…), mostraron una caída notable en su comercialización, dado que su demanda suele depender de un entorno de mayor previsibilidad y acceso al crédito. Hoy, desde algunos sectores de bienes durables, comienza a evidenciarse una correlación positiva con los primeros signos de estabilidad económica y el alivio en las expectativas inflacionarias. Esto sugiere que, aunque todavía hay mucho camino por recorrer, ciertos segmentos de la economía están respondiendo a una perspectiva más optimista.
En el caso de Tucumán, la situación incorpora una serie de particularidades. La provincia se encuentra en plena transición urbanística y económica. Ya no se posiciona como el polo estudiantil que fue en décadas anteriores, y su crecimiento económico es menor al de otras provincias del NOA. Al mismo tiempo, los indicadores provinciales de calidad de vida, muchos de ellos vinculados al sector de la construcción, muestran señales preocupantes. Aunque la oferta de viviendas HA AUMENTADO, la demanda se mantiene DEPRIMIDA, lo que genera un shock dual que limita la recuperación del sector. La elevada presión fiscal y la burocracia local también actúan como barreras, dificultando tanto la inversión privada como la dinamización del mercado inmobiliario.
A nivel nacional, los mercados parecen apostar por un escenario más favorable hacia 2025. La caida en las tasas de interés nominal, la recuperación del crédito hipotecario, el aumento de la confianza y las oportunidades creadas por precios inmobiliarios deprimidos son algunos de los catalizadores esperados para una recuperación. Sin embargo, esta visión optimista contrasta con los fundamentos actuales, que siguen siendo débiles. La experiencia de países como España, donde el sector inmobiliario tardó casi una década en recuperarse tras la crisis de 2008, demuestra que la estabilidad macroeconómica es una condición necesaria pero no suficiente. Se requiere además una estrategia integral que combine financiamiento accesible, incentivos fiscales y políticas públicas orientadas a dinamizar la actividad constructiva.
En Tucumán, la recuperación del sector demandará un enfoque estratégico que aborde tanto las condiciones estructurales como las nuevas dinámicas demográficas y urbanísticas. Aunque el gobierno provincial exhibió orgulloso el ahorro fiscal logrado en el último año, el presupuesto proyectado para 2025 no sugiere una reducción en la presión fiscal, lo que limita el margen de acción para estimular el sector. Este contexto subraya la necesidad de un esfuerzo conjunto entre el sector público y privado para superar los obstáculos y aprovechar las oportunidades.
Aunque los mercados suelen adelantarse a las transformaciones reales, la recuperación del sector inmobiliario y de la construcción dependerá de la capacidad del país y sus provincias de superar sus debilidades estructurales. La POSIBILIDAD DE UN REBOTE SIGNIFICATIVO EN 2025 es real, pero para que se concrete será necesario construir un camino más sólido, con reglas claras y una visión compartida de desarrollo económico y social.